Cuando no quieren más caricias o mimos
Cada gato acepta nuestras atenciones de manera distinta. Hay gatos a
los que les encanta que les acaricien y les carguen en brazos, y otros
que no. Del mismo modo que algunos se hacen amigos de cualquiera que
venga, y otros huyen de los desconocidos.
Si convives con un gato es importante que observes qué tipo de caricias le gustan, cuándo y cuántas.
Una situación muy común es que acariciemos a un gato y, de repente, nos clave las uñas o nos muerda. Normalmente estas situaciones no se dan de repente, ya que el gato ha emitido señales previas en su lenguaje corporal.
Algunas de estas señales del gato que dicen “deja de tocarme” suelen ser que pare de ronronear, que se gire boca arriba y/o que mueva la cola de un lado para otro.
Este rechazo a mimos se puede dar porque ya tiene suficiente por ahora, o porque tal vez estás tocándole en una parte que no le gusta. La barriga suele ser un punto delicado para todos los gatos, y la parte trasera del cuerpo. (A mi gato en este caso, Robin, le encanta que le toque en la barriga, en el culete... en cualquier sitio, sobre todo en la cara).
La clave para evitar estas situaciones es observar al gato y a las señales que nos emite. Y en el momento en que empiece a mostrarse inquieto, parar de acariciarlo.
En caso de que sea demasiado tarde, si el gato nos está clavando los dientes o la pata, lo mejor es no moverse hasta que pare. Si apartamos la mano puede empezar una agresión de verdad. Otro truco es lanzar un objeto o juguete con la otra mano, para desviar su atención.
Si convives con un gato es importante que observes qué tipo de caricias le gustan, cuándo y cuántas.
Una situación muy común es que acariciemos a un gato y, de repente, nos clave las uñas o nos muerda. Normalmente estas situaciones no se dan de repente, ya que el gato ha emitido señales previas en su lenguaje corporal.
Algunas de estas señales del gato que dicen “deja de tocarme” suelen ser que pare de ronronear, que se gire boca arriba y/o que mueva la cola de un lado para otro.
Este rechazo a mimos se puede dar porque ya tiene suficiente por ahora, o porque tal vez estás tocándole en una parte que no le gusta. La barriga suele ser un punto delicado para todos los gatos, y la parte trasera del cuerpo. (A mi gato en este caso, Robin, le encanta que le toque en la barriga, en el culete... en cualquier sitio, sobre todo en la cara).
La clave para evitar estas situaciones es observar al gato y a las señales que nos emite. Y en el momento en que empiece a mostrarse inquieto, parar de acariciarlo.
En caso de que sea demasiado tarde, si el gato nos está clavando los dientes o la pata, lo mejor es no moverse hasta que pare. Si apartamos la mano puede empezar una agresión de verdad. Otro truco es lanzar un objeto o juguete con la otra mano, para desviar su atención.
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